sábado, 10 de noviembre de 2007

Parque Natural de la Sierra de Castril

Distancia desde Almaciles: 65 km

El Parque Natural de la Sierra de Castril, ubicado al oeste del apéndice nororiental de la provincia de Granada, forma parte de la Cordillera Oriental del sistema Subbético andaluz. Abarca 12.696 ha, y se encuentra en su totalidad en el término municipal de Castril, con una población aproximada de 3.150 habitantes.

La naturaleza caliza del terreno y las numerosas precipitaciones en las cumbres permiten disfrutar de un rico ecosistema húmedo con abundantes saltos, cascadas y cuevas, como la de San Fernando, que tiene las galerías de mayor longitud y profundidad de la provincia de Grananda.

Este Parque Natural nos brinda la oportunidad de pasear por un paraje de espectacular relieve y singular estética paisajística.

La principal característica de este espacio natural es su espectacular relieve, fruto de la naturaleza caliza del suelo, las numerosas precipitaciones en las cumbres y la acción de las aguas corrientes. Son abundantes las simas, grutas y galerías. En Sierra Seca se halla la Cueva del Muerto, donde se pueden contemplar vistosas formaciones de estalactitas y estalagmitas, y la Cueva de Don Fernando, la de mayor profundidad y longitud de Granada, con numerosas galerías y salas de incomparable belleza, como la Sala de la Colada.

El Parque Natural se halla incluido en su totalidad en el término municipal de Castril, al norte de la provincia de Granada. Está recorrido de norte a sur por el río del mismo nombre, el río Castril, en cuyas aguas habita la nutria y la trucha común. Existen además numerosos manantiales como el de Juan Ruiz, Tubos, la Magdalena o Lézar.

En la zona norte de la Sierra Seca se localiza una pequeña cuenca cerrada en la que durante una buena parte del año se forma una laguna a partir del agua de lluvia y la procedente de los deshielos, de cierto interés por albergar pastizales naturales de una gran diversidad botánica.

En las cumbres más altas destaca entre la vegetación el pino salgareño. Este árbol, que puede alcanzar los 40 m de altura, resiste muy bien las bajas temperaturas y los fríos vientos invernales. A su alrededor se disponen, a escasa altura sobre el suelo, sabinas y enebros rastreros además de otras especies de aspecto almohadillado o redondeado. La encina, especie típicamente mediterránea, también se halla presente aunque sus bosques se han visto mermados por la fuerte presión humana. Quejigos y arces, son otros árboles que, aunque escasos y raros en Andalucía, pueden encontrarse en estas sierras, como en las cabeceras de los Barrancos de Túnez y Magdalena. Todas estas formaciones vegetales naturales se han visto en ocasiones desplazadas por bosques de pinos de diversas especies procedentes de repoblaciones: carrasco, laricio, silvestre, etc.

La Sierra de Castril cuenta con una variada fauna, desde mariposas exclusivas de la Península Ibérica hasta grandes mamíferos ungulados como la cabra montés. El buitre leonado, el halcón peregrino y el alimoche nidifican en la paredes calizas, mientras que en los bosques de encinas y pinos lo hacen otras rapaces como las águilas real, culebrera o calzada.

Los ríos y sotos fluviales acogen asimismo a numerosas especies propias de los hábitats de ribera: garzas reales, lavanderas, petirrojos, chochines, etc.

De la sierra se aprovecha, cómo no, la madera de pino carrasco que se destina a embalaje y, caso singular, a la construcción, gracias a los esbeltos portes que los árboles adquieren en estas áreas. La madera que proporcionan las densas choperas que orlan las riberas del río en sus más amplios sotos se emplea en cajerío, sillería y tornería ligera, y también sustentó una artesanía elaborada de pequeños utensilios de madera. Muy apreciada en la comarca es la «miel de la sierra» o «miel de Cebas» que se elabora a partir del polen de romero, jaguarzo, alhucema, tomillo y otras especies propias de los romerales mediterráneos.

El aceite y el aliño de aceitunas tienen antigua raigambre en la comarca como también la tuvieron los utensilios de esparto, tizneros, paneros, barjas, pleitas y toda clase de recipientes, empleados para los más variados usos en el campo y el hogar, y para los que los vecinos recolectaban los haces de la atocha. Incluso existen antecedentes de la fabricación de papel a partir de fibras de esta especie y de la de paja de cereales.

De entre la gastronomía local, sencilla y carente de artificios, además de las chuletas de cordero y los variados platos que tienen en la trucha su esencial componente, el viajero a su paso por estas tierras no debe dejar de probar embutidos como el relleno, la morcilla o el blanquillo, y la amplia repostería (tortas de chicharros, roscos de vino, floretas, tortas de manteca, ...).

La industria cerámica de la teja árabe se estableció en Castril para atender la demanda de la comarca y es ahora, tras un paréntesis de algunos años, cuando se pretende impulsar con renovado ánimo ante el empuje de la construcción en toda la región y el gusto por la arquitectura y el estilo tradicionales.

Otro tanto ocurre con la industria vidriera, que se mantuvo desde su fundación alrededor de 1490 hasta finales del pasado siglo, tras la producción de cientos de miles de piezas, fracsos, botellas y garrafas de color verdoso y asombrosa ligereza.

Además de su sierra y de su río, bien merece una visita la localidad de Castril. Encaramado en la falda de su peña, es éste un pueblo de pronunciadas calles y sencillas casas apiñadas donde el sabor de lo serrano es su más noble seña de identidad.

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